Al testificar de uno a uno también podrás encontrar a alguien que aún no entienda la gravedad de ir al infierno o de procurar ponerse a cuentas con Dios y tal vez te diga: Ah…se que soy culpable y que voy a ir al infierno. Pregúntale si esto le preocupa o si le importa o no.
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Háblale acerca de cuánto valora sus ojos, y cuanto más debe valorar la salvación de su alma. Dile algo así: ¿Me venderías uno de tus ojos por $1 millón? ¿Qué tal ambos por $20 millones? ¿Nadie en su sano juicio lo haría–verdad? Tus ojos no tienen precio para ti, sin embargo, ellos son solamente las ventanas de tu alma. Jesús dijo que tus ojos no valen nada comparado al valor de tu alma; él dijo: "Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos y ser echado al infierno" (Marcos 9:47). Él preguntó, "¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?” (Mateo 16:26). No hay nada tan importante como tu salvación.
Aplicación: Cuando Jesús dijo esto estaba diciendo una hipérbole, ósea, una exageración para mostrarnos una gran verdad. Jesús subestima el valor de la vista en comparación al valor de tu alma y destino eterno. Para Dios es de más valor el destino eterno que aun la propia vista de uno. Si no vacilamos en ponerle precio a nuestros ojos, cuanto más debiéramos considerar nuestra salvación eterna. No existe nada más importante que tu salvación. El comparar el valor de tus ojos al valor de tu destino eterno es algo digno de considerar.
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